La producción de petróleo en las aguas federales del Golfo de México continuará siendo clave para la oferta energética de Estados Unidos. Según la más reciente edición de la Perspectiva Energética a Corto Plazo (STEO) publicada por la istración de Información Energética (EIA), esta región alcanzaría una producción promedio de 1,80 millones de barriles diarios (bpd) en 2025, ligeramente superior a los 1,77 millones estimados para 2024. Para 2026, el volumen crecería hasta 1,81 millones de bpd.
En gas natural, la proyección para el Golfo de México es más moderada. La EIA calcula una producción diaria promedio de 1.720 millones de pies cúbicos (Bcf/d) en 2025, que bajaría a 1.640 Bcf/d al año siguiente, por debajo del promedio de 1.790 Bcf/d alcanzado en 2024. Aun así, esta zona offshore continuará aportando aproximadamente el 13% del petróleo crudo y el 1% del gas natural comercializado a nivel nacional en ambos años.
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Para sostener estos niveles, el informe prevé la puesta en marcha de 13 nuevos yacimientos durante el bienio 2025-2026. Ocho de ellos operarán mediante extensiones submarinas conectadas a unidades de producción flotante (FPU, por sus siglas en inglés) ya instaladas. Los cinco restantes iniciarán operaciones desde cuatro FPU nuevas, incluyendo una unidad que procesará recursos de dos campos distintos.
La EIA estima que la incorporación de estos desarrollos permitirá sumar 85.000 barriles diarios adicionales de crudo en 2025 y hasta 308.000 bpd en 2026. A su vez, la producción asociada de gas natural se incrementaría en 0,09 Bcf/d y 0,27 Bcf/d, respectivamente.
Con estas proyecciones, el Golfo de México se consolida como una fuente estable y estratégica dentro del portafolio energético estadounidense, en un contexto global de transición energética que aún requiere fuentes tradicionales para garantizar el suministro.